En unos años, será posiblemente incomprensible para la humanidad la práctica de desechar los residuos, de enterrarlos en un relleno sanitario y, más aún, de disponerlos en el ambiente. No solo será vista esta costumbre como una agresión contra el ambiente, sino especialmente como un desperdicio de recursos escasos.
La naturaleza todo lo aprovecha, el humano no.
Cualquier producto que utilizamos implica un uso intensivo de recursos. Como consumidores, no nos detenemos a analizar todo el esfuerzo detrás de la fabricación de un bien; su uso de materias primas e insumos, su consumo energético, el impacto de su almacenamiento, de su transporte o de su distribución, así como el talento humano y el conocimiento que implicó tenerlo en nuestras manos. Si lo hiciéramos, tal vez seríamos más sensibles sobre el desperdicio que generamos con el mismo.
De esta lógica, parte la necesidad, y también la sensatez, de cambiar el modelo lineal por una economía circular. Y precisamente como lo indica su nombre, este concepto se debe entender bajo los principios económicos y de mercado, es decir, con el mercado -no la regulación- como su esencia.
En el caso de los plásticos -que representan alrededor de 10% de los residuos generados-, este cambio de paradigma nos obliga a concentrar todos los esfuerzos en impulsar el aparato empresarial alrededor del reciclaje. En una encuesta de Acoplásticos realizada en 2019 a cerca de 170 empresas de reciclaje, se encontró que 72% identificaron, como su principal obstáculo, la falta de acceso a capital y financiamiento para expandir su capacidad y crecer.
Con base en este resultado, se hicieron dos convocatorias. La primera tenía el propósito de unir emprendimientos con potenciales inversionistas. Se esperaban un par de decenas, se presentaron casi 700 proyectos, con soluciones de mercado para el cierre de ciclo de los plásticos.
La segunda, que se encuentra vigente, también de Acoplásticos y en esta ocasión en asocio con la Bolsa de Valores de Colombia , consiste en un esquema de financiación colaborativa para apalancar empresas o emprendimientos de reciclaje de plásticos que tienen proyectos de expansión e innovación de alto potencial. La primera empresa participante obtuvo record de recaudo en la historia de la plataforma de financiación colaborativa de la Bolsa de Valores, con $1.000 millones de recaudo y 885 inversionistas. La segunda participante logró cumplir su meta de financiación de más de $100 millones, luego de tan sólo dos minutos de estar “al aire”. Las demás empresas se encuentran en fila para postularse en los próximos días. Cualquier persona puede, con inversiones desde apenas $200.000, impulsar estas soluciones ambientales y, de paso, obtener un rendimiento.
Es indudable que existe en Colombia una comunidad empresarial vibrante y activa con proyectos para solucionar desafíos ambientales a través de los mercados y, por qué no decirlo, del ánimo de lucro. Contamos también con consumidores e inversionistas entusiasmados por impulsarlos. Son buenas noticias.
Solo falta corregir algunas fallas de mercado, por ejemplo en el acceso a financiamiento o a la información, facilitar los procesos de formalización, y establecer incentivos para acelerar los procesos de innovación y apropiación tecnológica en las empresas. Así, pronto podremos olvidarnos del concepto de las basuras, eliminar el desperdicio y afianzar el modelo circular.
Información tomada del Diario La República